Los cerca de 14 mil kilómetros de distancia que existen entre Colombia y Japón hacen que estos dos países tengan relaciones muy esporádicas e intermitentes. Por ende, resulta extraño que existan visitas de personas entre estos territorios.
Sin embargo, si en pleno siglo XXI hay un factor que pueda romper estas barreras y colaborar para el desarrollo de la globalización, ese es el deporte, y más el boxeo, que ha tenido exponentes colombianos en suelos nipones, no solo para competir y volver, sino para establecer su campamento en dicho lugar.
Uno de esos pocos boxeadores que han tenido la fortuna de firmar con promotoras japonesas fue Juan Herrera, pegador que llevó su carrera durante un año en isla situada en el Océano Pacífico. Sin embargo, se puede decir que este deportista llegó a ese lugar casi por casualidad.
En junio de 1993, la promotora Watanabe Boxing llegó hasta Cartagena para presenciar una velada boxística en la que Isidro Tejedor combatiría por título nacional. Siendo fiel a su cultura y costumbres, los japoneses llegaron muy temprano a lugar de la cartelera y, por casualidad, vieron combatir a Herrera, quien igualó ante Henry Casarrubia, aunque Toru Watanabe vio algo en el deportista. Para colmo de males, Tejedor fue noqueado, por lo que Toru decidió llevarse a Japón a Herrera.
“Para mí fue una sorpresa. Jamás me imaginé que firmaría para una empresa japonesa”, destacó Herrera, en diálogo con Boxeo de Colombia.
Después de algunas negociaciones, Juan Herrera decidió alejarse de su familia, en especial de su primogénito, quien en ese entonces solo tenía año, para buscar mejores remuneraciones y asegurar su futuro económico.
Sin embargo, el choque cultural fue demasiado para el colombiano, quien reconoció que aún no había descendido del avión cuando por su cabeza pasó regresar a su país natal.
“Yo estuve a punto de regresarme al primer mes porque no soportaba el frío, sentía que la carne de las manos se me abría. Pero después me fui adaptando con la ayuda de un amigo japonés, que hablaba español. Con él era con quien hablaba y salía para todas partes, especialmente los fines de semana a un barrio donde vivían muchos latinos”, contó.
Después de cinco peleas en Japón, con un saldo de tres victorias y dos derrotas, Herrera decide regresar a Colombia. Para ese entonces, el barranquillero era considerado uno de los mejores pesos mínimo del mundo, por lo que no querían arriesgar esa posición.
“Yo era el #4 y querían ponerme con el campeón nacional japonés, que era el #3. Era una pelea muy riesgosa”.
Por ello, tras dialogar con el desaparecido Billy Chams, el mismo empresario que lo animó para ser boxeador profesional, Herrera decidió volver a Colombia a buscar una oportunidad titular, la cual llegaría dos años después. El guante nacional viajó hasta Tailandia en 1997 para encarar a Ratanapol Sor Vorapin, sólido campeón mínimo de la FIB que retuvo por decisión unánime.
“Fue una pelea dura, bastante cerrada. Perdí pero los planes se dieron”.
Hoy, 20 años después de ese suceso, aunque Herrera reconoce el sinsabor de no colgarse el tan anhelado cinturón, no puede ocultar su orgullo por ser uno de los pocos colombianos firmados por promotoras japonesas. Además, agradece a la vida y a su tío Libardo ‘Caimán’ Herrera, en quien se inspiró para ser boxeador a los 12 años de edad y dejar la venta de fritos que tenía en el Barrio Abajo, la cual alternaba con sus estudios académicos.
Herrera ya es un hombre de 44 años, padre de cuatro hijos, y quien actualmente trabaja en una empresa de venta de textiles en el norte de Barranquilla, pese a haber recibido propuestas para ser entrenador de boxeo. Ahí combina su eficiencia con su buen humor, pues es reconocido por todos sus compañeros como “el mamador de gallo”.
Muy temprano en las mañanas, Juanito llega a su trabajo, siempre dispuesto a dar su mejor esfuerzo, manteniendo la visión de construir un segundo piso a su casa.
También opinó sobre Pablo Carrillo y Robert Barrera
Si de boxeadores colombianos residenciados en Japón hablamos, el recuerdo más próximo trae a colación el nombre del cesarense Pablo Carrillo, quien después de dos años decidió regresar a Colombia, argumentado decisiones personales.
“Debió pensar en el futuro, después iba a perder mucho tiempo para estar con su familia”, acotó Herrera.
De igual forma, manifestó que pese a que el campeón minimosca por la AMB de la actualidad es Ryoichi Taguchi, para él, en esta ocasión, el retador Robert Barrera tiene todos los pergaminos para salir con la mano en alto.
“Robert tiene todas las condiciones para traerse ese campeonato. Creo que de todos los campeones de las categorías menores el más accesible es Taguchi. Si Robert presiona puede traerse el cetro”.
Taguchi vs Barrera tendrá lugar este domingo, en Tokio.
Por: Jeffry Almarales Nieto / @JeffryAlmarales