Marco Pérez Zapata
Con la tranquilidad que ha enfrentado sus 36 combates, Edinson ‘Pantera’ Miranda se alista a subir a nuevo ring: esta vez ante la Corte Federal de Puerto Rico, para probar su inocencia de tres cargos que le endilgan: porte y conspiración para distribuir cocaína, lavado de activos y la intención de sacar de Puerto Rico, sin declararlos, 600 mil dólares, supuesto producto de la venta de la droga.
“Estoy tranquilo. Una persona inocente no tiene que temer ni pagar nada. Desde niño he creído en Jesucristo y él sabe que soy inocente”, dice con tranquilidad a este cronista que ha sido testigo excepcional de la vida boxística de este peleador colombiano, radicado en Puerto Rico y Estados Unidos.
‘Pantera’ se abstrae y luego me dice que en estos momentos recuerda los momentos difíciles que le ha tocado vivir en su vida.
“Bueno, eso es algo que me ha tocado vivir, pero he salido airoso porque siempre he tenido una sobreprotección de Dios”, me dice, dándome un golpecito en el brazo.
Aún recuerda cómo abandonó su natal Buenaventura, luego de huir del hogar paterno. Luego como hizo una travesía, pasando calor, frío y temor, montado en un camión que transportaba materiales de construcción desde el Valle del Cauca hasta la Costa Caribe colombiana.
Por cosas del destino se bajó en Malambo y de allí siguió a pie hasta el aeropuerto internacional Ernesto Cortissoz, en Soledad, que le presta servicios a Barranquilla.
“Señor, deme algo de comer. Tengo hambre”, fueron las únicas palabras que le esbozó a un maletero en la terminal aérea y que arrugaron el corazón de este trabajador, que no solo le dio de comer y le abrió las puertas de su alma, sino que lo acogió en el seno de su hogar y lo adoptó.
Poco a poco su instinto de boxeador fue saliendo a flote, hasta llevarlo a un vetusto escenario donde practicaban el deporte en Barranquilla.
En este instante se le atraviesan los recuerdos de su paso por el Coliseo Cubierto Humberto Perea, donde logró afinar su técnica y afianzar su pegada.
En ese momento, le responde al cronista quien le indaga por el bebé que viene en camino y qué piensa en la eventualidad de que la decisión de los Magistrados de Puerto Rico le sea adversa.
“Sería duro. Pero tengo fe en que no voy a ninguna cárcel. Tengo la tranquilidad de no haber hecho nada en contra de la ley”, afirma con seguridad.
Edinson ‘Pantera’ Miranda se encuentra listo para su entrega voluntaria ante las autoridades de Puerto Rico. Su abogado Roberto Pérez concertó la entrega con el Fiscal que lleva el caso.
En su paso obligado por el gimnasio en Miami ‘Pantera’ aprovecha para recoger sus cosas y despedirse de sus amigos.
Al ingresar al gimnasio, todo es silencio. Los boxeadores que hacían ejercicios y calentamientos, suspenden sus labores. Todos bajan la cabeza. Algunos tratan de sonreír, pero la sonrisa se le convierten en un rictus. La tristeza les cruza los rostros.
“Vamos muchachos. Todo bien. Son cosas de la vida, pero vamos a demostrar nuestra inocencia. Es otra dura prueba que nos tiene Dios y la vida”, dice en voz alta el boxeador, dándose fuerzas él mismo.
Poco a poco va recogiendo sus cosas y a medida que pasa al lado de sus compañeros, se les cuadra y les lanza unos golpes al aire.
Unos momentos tristes. Noto que se siente como verdadera ‘pantera’ enjaulada. Que clama por su libertad.
El día siguiente, martes 3 de febrero, fue el más triste.
Edinson ‘Pantera’ Miranda. Al lado su mujer, con un embarazo bien avanzado, lo abraza y no deja de decirle que tenga fe, que lo esperan pronto de regreso.
En el vehículo todos íbamos en silencio. No hubo ánimo ni para encender la radio ni colocar música, como lo hacíamos en jornadas anteriores.
Muy pronto tomamos la autopista que nos condujo al aeropuerto. Llevaba el alma arrugada. Tantos años compartiendo con este boxeador y nunca lo había sentido tan acorralado. Contra las cuerdas.
No hubo palabras en la despedida.
Suerte campeón. Fue lo único que pensé. Qué Dios te acompañe, me dije mientras desandaba rumbo a mi casa.