El registro resulta un gran desafío. Sin embargo se ajusta a la condición de su rival. Andre Ward no es mandado a la lona desde el 19 de noviembre de 2005, hace exactamente once años, cuando en el cuarto asalto de un combate a seis su contrincante Darnell Boone le metió un ‘uppercut’ de derecha para desconectarle las piernas a aquel joven de 22 años de edad en su momento que a la postre se recuperó y terminó ganando por decisión unánime.
Pero qué curioso que esa caída haya ocurrido un 19 de noviembre. Solo eso, algo anecdótico o ¿premonitorio?
De aquel Ward que cayó boca abajo en el tapiz del Rose Garden de Portland en Oregon han pasado 23 peleas más debajo de ese puente, como suele decir el dicho popular.
Esta noche esa marca personal resulta como una cereza adicional de un pastel mayor que quiere devorarse el ruso Sergey Kovalev que intentará imponer su estilo, establecer la pelea en lo que sabe hacer, demoler rivales, pero la inteligencia de Ward no se lo va a permitir, o al menos, no tan fácil.
Un Kovalev que ha destrozado rivales en el boxeo por fuera, a la distancia, se podría ver sorprendido si el norteamericano lo traba, lo mete en el ‘clinch’ algo de lo que Ward sabe y tiene maestría.
Ward podría lucir un poco más fluido en sus movimientos en comparación con Kovalev, un todo poder que más se le recuerda buscando el ángulo preciso para meter esa última mano que mande a dormir. Por el contrario, Ward sabe cómo no dejarse pegar, pero también castiga y sabe aprovecharse muy bien de ese lugar que le deja el contrincante cuando este lo ataca.
Sin embargo, para Ward será una preocupación toda la noche no dejarse asestar un claro golpe de poder del ruso que dobla a sus rivales con cualquier mano. Un recto de derecha puede ser suficiente como su jab de izquierda. Ya lo ha demostrado.
Un evasivo Ward en algún instante tendrá que ponerse enfrente del campeón europeo o Kovalev lo podrá encerrar bien y habrá dinamista en el ring.
Kovalev a dar su gran golpe, Ward a saber cambiar el chip lo más rápido que se lo pida la pelea.
La batalla de los semipesados nos puede llevar por el vértigo de una montaña rusa o por frialdad de un tensionado paseo por un campo minado en donde un paso equivocado puede acabar con alguno de los dos.
Redacción BDC Internacional Foto: Roc Nation