El boxeo y Viviana Ruiz Corredor tendrían una historia particular, pero que la mujer bogotana no esperaba. Su deporte favorito era el fútbol, declarada fiel seguidora de Millonarios, sin embargo, la vida misma le tendría preparado un giro inesperado.
Con el deseo de superarse y “sobresalir”, Viviana ingresó a una institución de estudios superiores en Bogotá, graduándose tras cinco años de estudio como ingeniera electrónica y vinculándose a una reconocida compañía de comunicaciones a nivel nacional.
Sin embargo, en 2009 una noticia cambiaría su vida. El Gobierno de Australia instó a personas de todas las nacionalidades a residir en su territorio, buscando reforzar la economía en su país. Viviana leyó la prensa y dudó en postularse para ser una de las escogidas.
Fue así como a los 27 años y solo con el boleto de ida en su mano partió de Colombia. Aterrizó en el continente oceánico, más exactamente a Sídney, buscando su sueño australiano.
“Pensé ver canguros por todas las calles”, recordó entre risas Ruiz, invitada a Boxeo de Colombia Podcast, que se emite todas las noches a través de nuestro canal de Facebook.
Su primera prueba fue acostumbrarse al idioma inglés, oficialmente reconocido en Australia, aunque se hablan más de 200. Sin embargo, con el pasar de los meses su sueño se convertía en una pesadilla. Pues Viviana, oriunda de una familia de clase media en la capital de Colombia, siempre estuvo acostumbrada a estar rodeada por sus cerca de 50 familiares entre padres, hermanos, primos, tíos y sobrinos.
“Después de uno o dos años sentí la soledad. A mí no me gustan los gimnasios como tal, pero un día iba cambiando por la calle y vi el letrero que decía ‘Fight Gym’. Hice mi primera clase y pegué un puño y fue lo mejor del mundo, toda la rabia y la soledad se fueron”, contó.
Fue así como esta trabajadora bancaria empezó a sus 30 años a ir dos veces a la semana al gimnasio “por hacer ejercicio”. Después de seis meses, se animó a participar en su primer torneo amateur.
Pidió a su entrenador, el británico Ben Savva, que le ayudara a llevar a fondo su campamento, sin embargo, la acogida no fue la esperada, pues Savva no estaba acostumbrado a practicar con mujeres.
“Las mujeres no son vistas como boxeadoras y sino dicen que son machitos. De diez hombres yo era la única mujer y la que iba no quería que le golpearan la nariz, ni los ojos, ni dañar la cara. Cuando las mujeres pudieron ir a Olímpicos en 2012 le pedí el favor a Savva de que me entrenara, pero él lo hacía por ejercicio. Mi primera pelea fue con una gigante que estaba en 62 kilos y yo soy chiquita, soy 51 kilos. Antes de entrar al ring dije ‘¡Dios mío, me van a matar!’, pero gané con la nariz sangrando y él (Savva) dijo que podíamos llegar a algún lado”, señaló.
Tanto fue el esmero de Viviana en los gimnasios, haciendo sparrings con hombres y mujeres y teniendo doce sesiones semanales, que Savva quedó admirado y posó sus ojos en ella, ya no solo como una fémina que hacía ejercicio o una boxeadora más, sino como su futura pareja, lo que consiguió convertir en realidad mostrando su lado más romántico.
Sin embargo, en Australia, para representar al país se debe tener la nacionalidad de ese lugar, por lo que sus sueños se vieron suspendidos por dos años, hasta que en 2015 consiguió la doble nacionalidad y continuó luchando.
Tan en serio se tomó Viviana el boxeo en su vida que renunció a su trabajo bancario para estar de lleno en el boxeo, a veces como peleadora y en otras ocasiones como entrenadora.
Entrenó de manera incansable hasta que alcanzó su participación en el Mundial de Boxeo Femenino de India, en 2018. Su destino con Colombia está tan marcado que, en la primera ronda, por sorteo, le tocó enfrentar a nada más y nada menos que a su compatriota Ingrit Valencia.
“Éramos 33 y dije: ‘ojalá no me toque Colombia primero’, y de una me tocó. Ese fue mi primer Mundial y ella ya era medallista olímpica con varios campeonatos mundiales. Yo estaba súper feliz, después fuimos amigas”, expresó.
Pese a que su futuro con Australia parecía promisorio, Viviana soñó con representar a Colombia en el boxeo, por lo que en una de sus visitas a Bogotá se acercó a la Liga del deporte en esta ciudad a probar condiciones, pero un no rotundo por parte de las directivas por su edad acabó con las esperanzas. Además, ser la sombra de Ingrit Valencia tampoco era su plan.
“La edad es un factor gigante. Contacté a Alexander Brand y lo primero que me preguntó fue la edad y apenas la dije me dije ‘chao’, de una vez”, reveló.
Con su estilo de boxeo agresivo y que no da tregua, Viviana siguió representando con orgullo a su segunda patria, ganando medallas de oro a nivel nacional e internacional, quedando ad portas de asegurar su cupo a los Juegos Olímpicos de Tokio.
“Perdí en mi última pelea y no quiero esperar que sean otros Juegos Olímpicos, por lo que decidimos saltar al profesionalismo. Mi debut era el 13 de abril, pero por el COVID-19 quedó aplazado”, señaló.
Con 60 peleas como amateur y con el sueño intacto de abrirse camino entre los grandes nombres del boxeo, Viviana sigue lanzando golpes en Australia, sin importar que algunas puertas se cierren solo por ser colombiana.
Es así como se sigue escribiendo la historia de Viviana Ruiz Corredor, una mujer bogotana que pasó de ver desapercibidamente al lado de su padre a Myke Tyson por televisión a convertirse en una protagonista del ring.
Por: Jeffry Almarales Nieto