Si bien es el que se lleva las miradas, el boxeador no trabaja solo para llegar a ser lo que es; detrás de él hay un sinnúmero de personas que se encargan de su bienestar, su alimentación y su preparación para poder dar lo mejor de sí en el ring y conseguir las victorias y los títulos que engrandecerán su nombre.
Una de esas personas es el entrenador, que es el encargado de preparar física y mentalmente al boxeador para lo que será el combate de su vida. Muchos de ellos trabajan en las sombras, pero en reiteradas ocasiones también ven la luz y se convierten en figuras rutilantes de las estrellas del deporte.
Entre los entrenadores que actualmente están haciendo carrera se encuentra Bob Santos, que con su disciplina y determinación se ha llevado los aplausos de los expertos y los fanáticos del deporte, que inclusive lo postulan a Entrenador del Año. ¿La razón? Simple: bajo su batuta, dos boxeadores dominicanos se coronaron campeones, y ahora este sábado tendrá la oportunidad de sumar un monarca más a su coleccion.
El primer campeón que estuvo bajo su batuta fue Héctor Luis García; gracias a su preparación, el dominicano pudo conseguir sorprendentes victorias sobre Chris Colbert y Roger Gutiérrez para atrapar el cinturón de la AMB en las 130 libras. Seguidamente Santos entrenó a Alberto Puello, quien conquistó el cetro welter junior de la AMB tras vencer a Batyr Akhmedov, y a Carlos Adames, quien obtuvo el título interino de la AMB en el peso medio.
Con estas credenciales, Bob Santos se ha ganado un nombre en las últimas semanas en el ámbito boxístico, y ahora llega un nuevo reto: estará en la esquina de David Morrell junto a su entrenador principal, Ronnie Shields. De lograr una nueva victoria, sin duda será un golpe de opinión grande y no le faltarán ofertas para que entrene a los mejores.
Sin embargo, Santos sabe que no necesita ser reconocido, puesto que su trabajo siempre será su carta de presentación: «Nunca voy a gritar lo genial que soy. Nunca voy a decir: ‘Hice esto, hice esto’. Ese no soy yo. No fue la forma en que mis padres me criaron. Mi madre siempre me enseñó desde la vieja escuela que dejas que tu trabajo hable por sí mismo».
