Obviamante el titular no trata de demeritar, mucho menos dejar de reconocer, sino ponerse en los zapatos de quienes a la medianoche de este sábado se apostaron frente a la televisión para esperar una victoria de rutina del tijuanense Jaime Munguía (44-2, 35 KO) y terminaron para atrás y con cara de asombro ante el nocaut que encajó el mexicano a manos del francés Bruno Surace (26-0-2, 5 KO), quien aterrizó en el planeta boxeo causando un «movimiento telúrico» que será catalogado como «la gran sorpresa del 2024».
En un inmueble como el estadio Caliente de los Xolos y con una fervor popular para ver a su ídolo, se enmarcó el resultado más sorpresivo en la historia reciente del boxeo mundial cuando el marsellés Bruno «Brunello» Surace derribó con un potente derechazo a Munguía, en el sexto capítulo, y quien no dio muestra de recuperación tras el conteo de protección de diez segundos que le hizo el árbitro de la contienda.
Munguía había comenzado como un torbellino de golpes contra un francés que se veía muy pequeño corporalmente frente un hidratado azteca que se veía «talla XXL» ante un talla «S» y a quién Munguía mandó con un potente gancho de izquierda en el segundo asalto lo que parecía crónica de un nocuat anunciado.
Pero no fue así: Surace supo amainar el chaparrón de «bombazos» que llegó a la mitad de la pelea. En esa línea ecuatorial de la reyerta y contra las cuerdas, Surace, después de recibir una serie de golpes al cuerpo, sacó un derechazo limpio, extendido que dejó fríos a los presentes y televidentes, dejando una gran enseñanza: hay que verse todas las peleas.