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Kasbleidis Olivares, la reina del ring en Colombia

Kasbleidis Olivares dejó las muñecas y los juguetes de niños a muy temprana edad para irse a pasar su infancia alrededor de un ring de boxeo.

Desde los tres años acompañaba a su padre, el árbitro Wulfren Olivares, a diferentes peleas amateurs. Sin embargo, prefería ignorar lo que sucedía entre las 16 cuerdas y correr alrededor del entarimado jugando con cualquier amiga.

A Kasbleidis poco le gustaba sentarse a observar los combates, prefería correr, pasado que recuerda porque quedó inmortalizado en una cicatriz que tiene en su ceja derecha, producto de un accidente en una de sus travesuras.

Pese a que en su seno familiar se respiraba boxeo, siendo aún muy pequeña practicó atletismo en la categoría de salto alto, ganando una medalla de plata con la Selección Infantil de ese deporte.

Después de algunos años priorizó la parte académica e ingresó a la universidad para estudiar Negocios y Finanzas, profesión que escogió por su vocación de trabajar liderando a grupos de personas. No obstante, su gran delirio siempre fueron las actividades deportivas.

Por ello, participó con la Selección de Voleibol de su institución educativa en diferentes campeonatos regionales, pero su aporte no fue el mejor, porque se convirtió en el “talón de Aquiles” de su equipo, como ella misma lo reconoce.

Después de su experiencia académica y deportiva, Kasbleidis impulsada por el deseo de tener un futuro próspero, viajó hasta la Universidad de Puerto Rico para realizar ahí una maestría en Recursos Humanos.

Después de completar su formación letrada, regresó a Colombia y decidió, por fin, seguir el camino de su padre: ser juez-árbitro.

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“No me olvido de mi primera pelea, fue un nocaut y para mí era una sorpresa ‘¡Por qué a mí!’ dije en ese momento”, recordó entre risas Olivares, mientras sus ojos caprichosos – como ella misma los llama por su color cambiante – emanaban un brillo natural.

Hoy, con 27 años, esta orgullosa hija del barrio El Carmen de Barranquilla, cuenta con ocho años de experiencia sobre el ring, lo que la avala para ser reconocida por la AIBA en territorio nacional, aunque sus buenas calificaciones la dirigen al plano internacional.

Por sus destacadas actuaciones llegó a ser reconocida como mejor árbitro en competencias nacionales, según evaluaciones realizadas por la Mesa Técnica, lo que la ha llevado a participar en Juegos del Caribe, Juegos Nacionales, entre otras competencias, en las que ha hecho historia al convertirse en la primera mujer árbitro en subir a un ring para estas justas, pues es la única dama entre un grupo de más de medio centenar de caballeros.

“Es chistoso. En la última evaluación que nos hicieron para el ranking nos metieron en un cuarto y eso estaba lleno de hombres, yo me perdía ante sus voces graves. Pero todos son muy respetuosos”.

“El boxeo demanda mucho tiempo”, aseguró Olivares, aunque esto no es impedimento para realizar sus actividades profesionales como asesora en Recursos Humanos y compartir con su familia y con su novio futbolista, aunque con éste último “de a ratos” por la misma escasez de momento libres.

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Actualmente, Kasbleidis es una de las 12 jueces-árbitros que imparte justicia en el campeonato Nacional de Mayores que se celebra en el coliseo de la Escuela Naval de Suboficiales ARC ‘Barranquilla’, en su ciudad natal, por lo que los recuerdos nunca hacen falta.

“En este campeonato he recordado en parte cómo era yo, porque vi a las niñas del presidente de la Liga de Boxeo del Atlántico (Alberto Torres), que tienen unos cinco años, correr alrededor del ring, ese era su parque de diversiones, así era yo”, expresó mientras recogía su extensa cabellera color castaño y quitaba el brillo de su rostro, ocasionado por la temperatura de 35° grados centígrados que se sentía en el lugar.

La mayor entre sus dos hermanas, Kasbleidis es el orgullo de la familia Olivares Aguilar, al ser la única que siguió el camino deportivo. Incluso su madre muestra todo el apoyo.

“Mi mamá está muy feliz. Yo creo que mi papá la enamoró en un ring de boxeo (risas)”, logré escuchar, aunque con mucho esfuerzo debido a la fuerte algarabía que realizaban las barras de los púgiles en disputa, sumado al anuncio de la decisión de la reyerta dada en la imponente voz de Wilmer Estrada, que ese día, como es costumbre, vestía con una pinta estrafalaria de gafas verdes, camiseta y zapatos rojos y un jean ajustado.

El sueño de Kasbleidis, como todo árbitro, es participar en unos Juegos Olímpicos, aunque poco pude profundizar sobre el tema, porque en ese momento Armando Carbonell, el líder de la delegación, le hizo el llamado por medio de los altoparlantes de sonido intranquilizante para que fuera réferi de una de los pleitos.

Fue entonces cuando Kasbleidis, una llamativa mujer delgada, de piel trigueña y 1.72 de estatura se puso en pie, acomodó nuevamente su cabello y se dirigió a hacer lo que más le gusta: impartir justicia.

Por: Jeffry Almarales Nieto / @JeffryAlmarales

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