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La primera batalla de Ceiber Ávila fue contra los grupos armados

Detrás de cada boxeador siempre hay una historia de vida para admirar, son personas que antes de subir a un ring como profesional tienen muchas pruebas que necesitan aprobar: deben noquear a difíciles situaciones de su vida. Siempre detrás de cada puño, de cada defensa, e incluso detrás de cada nuevo intento después de un revés hay una visión que busca una mejor calidad de vida.

Ceiber Ávila desde muy niño conoce lo que es lidiar fuertes batallas con duros rivales, quizás la misma vida desde un principio le mostró su camino. Cuando tenía sólo 5 años fue víctima, junto con su familia, de un desplazamiento forzoso por parte de grupos ilegales que azotaron varios sectores de Antioquia, entre ellos San Pedro de Urabá, en la década de 1990, buscando enriquecerse mediante actividades prohibidas.

“Para ese tiempo los paramilitares se estaban tomando Antioquia. Esa noche no avisaron, fue a las 6 p.m. cuando llegó un grupo grande armado y nosotros estábamos en la finca. Amarraron a mi abuela, a mis primos, a mis padres, a todos. Ese momento fue duro. En la noche nadie durmió. Al día siguiente recogimos lo que pudimos y nos fuimos”, narró Ávila a Boxeo de Colombia, mientras su miraba divagaba sin rumbo fijo, intentando esclarecer su borroso pasado.

“Lo más duro de mi vida fue sufrir el desplazamiento forzoso y ver la muerte de mi tío  en ese momento. Es feo salir sin nada. La alimentación  no era la misma, la estadía era muy incómoda, y ahí empecé a enfermarme. Esa historia marcó la vida mía y la de mi familia”, continuó Ávila, quien al igual que su mirada quedó en ese momento: sin un norte al cual seguir. Su casa adoptiva sería Currulao, un corregimiento de Turbo. Ahí una tía ofreció una habitación para sus padres y ocho hermanos.

“Vivíamos muy estrechos. Pero después mi padre consiguió trabajo y nos mudamos en arriendo”. Fue en entonces cuando comenzó la historia como boxeador de Ceiber. “Mi padre compró una casa cerca a un escenario deportivo y yo salía a molestar y siempre estaba un ‘pelaito’  practicando boxeo. Él no tenía con quien hacer guante y yo lo quise ayudar y lo levanté a golpe. Imagínate, él con mucho tiempo ahí, yo llegué, y en vez de él darme golpe a mí, lo hice yo con él. El profesor me vio y me dijo que siguiera yendo».Ceiver ávila 2

A pesar de las dificultades Ceiber logró terminar el bachillerato con apoyo de sus padres y de la Selección Antioquia, a quien le ha retribuido con creces el soporte, pues ha conquistado lo más alto de los Juegos Bolivarianos, Sudamericanos y un bronce en los pasados Juegos Panamericanos, entre otros logros, y apunta a muchos más.

Ahora a sus 26 años, Ceiber luce más tranquilo y feliz con su hijo de 12 meses, por lo que le resultó mucho más fácil contar esta etapa de su vida, su cuerpo lo delató, cuando decidió relajarse y acomodarse un poco más en un cómodo mueble del Hotel Girasol, en el centro de Barranquilla. “De todo se aprende, ahora quiero realizarme como persona y salir adelante, no derrochar la plata para comprar las cositas que uno necesite. Por eso siempre soy tranquilo, obediente, humilde y cada día mejor persona”.

Por: Jeffry Almarales Nieto / @JeffryAlmarales

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“Llegué al boxeo a realizarme como persona”: Víctor Orozco, árbitro

Víctor Orozco es un hombre que, desde que posee uso de razón, tiene claro que su deporte preferido es el boxeo. Durante su juventud fue testigo directo de la que él llama “la época dorada del pugilismo colombiano”, la cual estuvo entre la década de los años 70 y 80.

Desde niño, Orozco se acostumbró a ver veladas de este deporte junto a su padre, quien “llevaba los periódicos y yo los leía, escuchábamos juntos los comentarios radiales, a él también le gustaba el boxeo. Había peleas que presentaban, yo estaba muy pequeño, pero él me llevaba. Íbamos a otras casas a vernos los combates internacionales, en esos tiempos la televisión era a blanco y negro”, recuerda de manera nostálgica este hombre, mientras nos concedía la entrevista en las instalaciones de la notaría octava de Barranquilla, lugar en donde labora actualmente.

Los gustos de Víctor por el boxeo no se conformaban con ser solamente un espectador: él quería ser reconocido, deseaba unirse más a esta disciplina deportiva. “Por mi casa, un entrenador llegó y montó el gimnasio “puños criollos” en un terreno baldío y me invitó. En 1982 intenté ser boxeador, era muy joven, aun así no me fue posible. Entrené durante 3 meses, hacía guanteo pero como exhibición, hasta que un día me di durísimo con un señor y salí con un ojo verde. No sabía cómo llegar a la casa, porque mi mamá creía que yo iba al gimnasio a recrearme. A mi papá no le gustó, y me dijo que si me volvía a ver ahí me iba a pegar”. Posteriormente, Orozco se retiró de la parte activa del boxeo, pero no desistió a seguir ligado a esta actividad física, desarrollando roles de entrenador.

Jeffry Almarales - Víctor Orozco

Eran casi las 2:30 p.m., las personas comenzaban a llegar en gran medida al recinto. Para que el ruido no perjudicara la entrevista, decidí pausarla y pedirle a nuestro invitado movernos un poco. Orozco charló con el vigilante del lugar, quien amablemente accedió a brindarnos un espacio exclusivo, en donde podíamos platicar cómodamente.

Una vez reubicados, conversamos sobre su decisión de ser parte del Colegio de Jueces y Árbitros del Atlántico. “En el 2007 se me brindó la oportunidad por parte del ingeniero René Pantoja de Marchena, de pertenecer a este equipo. René me veía en todas partes y me dijo que gente como yo era la que había que reclutar para el boxeo, personas que le gustara esto, porque aquí no se consigue nada, ni utilidades, ni viajes. No estoy aquí por el dinero, sino porque esto me gusta. Llegué al boxeo a realizarme como persona”.

Durante estos 8 años en el arbitraje, Orozco ha vivido experiencias inolvidables, pero sin duda la primera vez en cada actividad jamás será olvidada. “Fue una pelea a 4 asaltos. Me monté por primera vez al ring a vivir una lucha. Estaba muy nervioso e inseguro. Fue un pánico escénico al saber que 300 personas observaban mi trabajo. Le rogaba a Dios porque ese combate terminara”, recordó en medio de carcajadas.

Víctor Orozco (3)Las personas que necesitaban algún servicio en la notaria llegaban y veían la entrevista, incluso, todos sus compañeros de trabajo quedaron admirados al saber que el entrevistado era Víctor Orozco, un amable y humilde caballero, que siempre mantiene una sonrisa en su rostro, a quien por su poco tiempo de estar trabajando en el lugar, no conocen muy a fondo. Más de un curioso se acercó al fotógrafo de Boxeo de Colombia y le preguntó: “¿Por qué lo entrevistan a él?”, la sorpresa era el común denominador de todos, al saber que su compañero se desempaña como réferi de boxeo.

Orozco es egresado del colegio José Eusebio Caro, de Barranquilla. Pero por su dura situación económica no pudo desarrollar ningún estudio profesional. “Por la necesidad apremiante de mi casa, pues somos 5 hermanos, y por el mal estado de salud de mi padre, me dediqué a trabajar. Mi madre realizaba oficios varios en la casa de un señor de la empresa de textiles, Vanylon, ella le pidió que me diera un espacio en su compañía y gracias a Dios me dieron la oportunidad, yo trabajaba en la sección de bodega. En las noches iba a estudiar, pero cursos cortos. Siempre quise ser ingeniero civil para seguirle los pasos a mi papá, él era albañil”, resuena Orozco con un gran brillo en sus ojos, que mostraban melancolía, pero también un gran orgullo y aprecio hacía su progenitor.

El boxeo para este hombre de 50 años no es sólo un hobby, pues significó su puerta de entrada a su actual trabajo en la notaria octava de Barranquilla. “En las veladas conocí al notario Jaime Horta, un huilense que le gusta el boxeo, y yo lo mantenía enterado con las fechas de los pleitos, y él se sintió muy agradecido. Hicimos una buena amistad, y un día le pedí la vinculación a la notaria, me llamó a prueba y estuve con él dos años, me retiré y me fui a los Estados Unidos. Volví y ahora tengo 6 meses”.

Víctor Orozco (2)Orozco se autodenomina como un “todero”; realiza mensajería, imprime copias, lleva razones y hasta ilustra a las personas en la realización de procesos notariales. Aun así esto no le es suficiente. “Voy a Estados Unidos a rebuscarme, he trabajado en construcciones, en bodega, en oficios varios y lavadero de carros”.

En uno de sus tantos viajes a Miami, Víctor encontró el amor de su vida. Conoció en Norteamérica a una mujer de nacionalidad dominicana, con la que mantiene una relación de 1 año y 10 meses. “Es difícil, yo viajo a Estados Unidos cada 6 meses y duro 90 días. Cuando no estoy allá nos llamamos o hablamos por medio de Facebook y WhatsApp”. Además de reconocer estar pensando en casarse y “tener el primer hijo”.

Víctor Orozco actualmente vive en el barrio San Luis, en el suroccidente de la ciudad, en compañía de dos de sus hermanos y varios sobrinos, en una vivienda que guarda como la herencia de su padre.

Víctor, quien se declara amante del inglés, idioma que desea estudiar, es simpatizante de la literatura con alto contenido político, y del atletismo, deporte que practica para mantenerse en forma.

El sueño deportivo de este referí es llegar a las grandes veladas y hacer que Colombia no sólo sea reconocida por los buenos boxeadores, sino también por su alto nivel arbitral. “sería bueno ser representados por réferis en peleas taquilleras”.

Por: Jeffry Almarales Nieto / @JeffryAlmarales

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