Pasó a cargar guantes a cargar las sagradas escrituras de la Biblia; de golpear peras, sacos y rivales a combatir contra los flagelos sociales; del desorden a predicar el buen ejemplo de Cristo. Esa es la nueva vida del boxeador Jonathan Pérez, quien decidió entregarle su existencia a Jehová.
Su vida no era el mejor ejemplo para mostrar, pero siempre se esmeró por ser un buen esposo y enseñarles buenos valores a sus cinco hijos, por lo que se percató que sus acciones no apoyaban sus objetivos. Fue ahí cuando Jonathan Pérez le dio un giro de 180 grados a sus días.
Aunque su familia siempre ha estado en los caminos espirituales del cristianismo, a Jonathan Pérez se le podía describir como la oveja descarriada. Su madre asiste a cultos desde hace 15 años, su hermano Jair -en otrora boxeador- hace 11. Muchas veces quisieron persuadirlo de que esa era la mejor decisión, pero Jonathan hizo caso omiso.
Su historia con la religión comenzó en firme en 2020, cuando Jonathan por poco queda ‘atrapado’ en Estados Unidos por causa del cierre de terminales aéreos que ocasionó la pandemia COVID-19, sin embargo, consiguió un vuelo de última hora y llegó a Barranquilla. Junto con su familia, abrumado por la realidad que atravesaba el mundo en ese momento, Jonathan decidió poner sus pensamientos y acciones en manos de un ser superior, asistiendo a la iglesia Ministerio Internacional Antorcha de Cristo, que lidera justamente su hermano Jair.
Comenzó a asistir a la iglesia de la mano de su madre y su hermano, dejando que la espiritualidad obrara sobre él, dejando en un segundo plano al boxeo.
“Desde ese entonces no voy al gimnasio. Solo me muevo en casa”, confesó el boxeador, que aún así ha seguido registrando peleas profesionales en Estados Unidos, aunque reveló su deseo de no hacerlo más.
“Sé que esto es un deporte y es muy noble, porque arriba somos rivales, pero abajo te das un gran abrazo, pero también está que a Dios no le agrada, por ser sangriento. El boxeo es algo que llevo en mi sangre, pero tengo que evaluar”, reconoció.
Aquí también aplica el popular refrán que dicta que hijo de tigre nace pintado. Es el caso de Jonathan Pérez Jr., uno de los retoños del hombre de 35 años.
“Como dije, esto se lleva en la sangre y no puedo evitarlo. A mí sinceramente no me gustaría que mi hijo se dedique al boxeo, pero si quiere hacerlo voy a apoyarlo”, manifestó.
Actualmente, Jonathan reside en el barrio Bajo Valle de Barranquilla, un sector que es azotado por varios flagelos sociales, que son los que ahora Pérez combate desde su casa, donde ya realiza cultos religiosos.
Además, en ese mismo hogar ubicó una miscelánea, para suplir los gastos familiares diarios, además también comercializa prendas deportivas. Sin embargo, anuncia que está presto a realizar asesorías deportivas y entrenamientos personalizados a quien así lo solicite.
Esa es la nueva vida de Jonathan Pérez, a quien se le conoce y pueden seguir llamando como ‘Popeye’, pues así se le conoció en el mundo del boxeo, del cual está orgulloso de pertenecer (¿o haber pertenecido?).
Por: Jeffry Almarales Nieto