Por mucho que el ex campeón mundial welter junior Rafael ‘Derby’ Pineda le cerró los caminos a Andrés, su hijo, para que no practicara el boxeo, el sello sanguíneo con que vino a la vida hace 23 años es lo único que puede explicar la sana terquedad del aplicado estudiante de sexto semestre de Derecho por tirar trompadas en un ring de un gimnasio en Barranquilla como lo hizo quien le dio la vida.
Es lo único. Porque cómo explicar que estando separados el uno del otro, no viven juntos, su relación es un poco distante y así lo motive ser como su progenitor. Andrés no había visto la luz de la vida aún aquel 7 de diciembre de 1991 cuando su papá noqueó a Roger Mayweather con un volado de izquierda que le puso la cabeza entre las cuerdas y la mirada perdida al tío de Floyd.
Cómo explicar que el insistente consejo de su madre tratando de desviarlo al camino de las aulas universitarias de la carrera de Derecho en la Universidad Simón Bolívar no fue suficiente para que desistiera de la idea de abandonar los guantes. Andrés quiere ser boxeador o mejor, campeón mundial como su papá.
“Mi papá me insistía recordándome las secuelas que dejaba el boxeo y lo peligroso que era. Cuando vio que ese no era el camino para convencerme, habló para que me impidieran el acceso al gimnasio. Le dijo al entrenador (Orlando) Pineda que no me entrenara y por el contrario no me dejara entrar al gimnasio de la empresa Cuadrilátero. Una vez logré entrar al gimnasio, mi papá me sorprendió entrenando. Ese día se dio cuenta que no podía hacer nada contra eso y le tocó resignarse a aceptar que su hijo, un estudiante de derecho, quiere ser boxeador como él”, le contó Andrés a BOXEO DE COLOMBIA.
Así como ya muestra capacidad argumentativa para explicar que no se hace boxeador porque le falten las tres comidas diarias, Andrés replica apelando al caso de Óscar de La Hoya, un boxeador que no encajó en el prototipo del pegador pobre que se subió a un cuadrilátero para salir de la miseria. Lo suyo, como lo fue para De La Hoya, es por pura pasión.
“Ahora mi padre se ha acercado más a mí a través de mi entrenador Álvaro Mercado para que me enseñe algunos golpes que se necesitan en el profesionalismo. Pero no me gusta ser entrenado por mi papá, quiero alcanzar lo mío por mis propios esfuerzos. Él (Rafael Pineda) hizo lo suyo, ahora quiero escribir mi propia historia”, dijo el novato.
Practicante de boxeo desde los 17 años, Andrés debió esperar hasta dos años para poder hacer su primera pelea aficionada producto de las tantas trabas que le puso su papá para que no siguiera con la idea de ser boxeador.
“Le dijo a mi entrenador, el profesor Pineda, que no me pusiera a pelear. Me molestó un poco esa determinación, pero estaba tan enfocado y convencido que no me desanimé. Ahora estoy a la espera de mi salto al profesionalismo en el mes de agosto”, expresó.
Concluyó el joven pegador con una sentencia muy clara: “mi pasión es el boxeo, me gusta la abogacía, pero mi pasión es boxear”, declaró Andrés, quien dice estar aprendiendo los mismo movimientos de cintura de Rafael y la pegada, el distintivo de su padre, eso ya lo tiene.
Entrevista Marco Pérez / redacción BDC